Como en cualquier ámbito, no todo es color de rosas en el mundillo de las apuestas deportivas y el juego en general. Es sabido que la adicción al juego causa un sinfín de problemas en los afectados. Lo grave es que, en los últimos tiempos, se ha incrementado la cifra de menores de edad tratados por ludopatía, definida como “adicción patológica a los juegos electrónicos o de azar”. Esta tendencia ha sido comprobada en la provincia española de Vizcaya, cuya capital es Bilbao, aunque -lamentablemente- se estima que, en menor o mayor escala, se trata de un problema instalado en otras tantas latitudes.
La marcada propagación evidenciada en el pasado más reciente por el negocio de las apuestas online, así como el de las apuestas presenciales en las máquinas ubicadas en bares y diversos locales, ha ido de la mano con las dificultades y contrariedades descriptas en el párrafo anterior. En cuestión de números y estadísticas, el número de jóvenes atendidos en los centros de ayuda para ludópatas ha aumentado en un 20% a lo largo de 2012.
Una asociación vizcaína que se especializa en el tema reportó que ha recibido a 175 personas durante el último año, de los cuales la gran mayoría está compuesta por hombres adictos a las tragaperras. La edad media de estos individuos ronda los 40 años, mientras que los adictos al juego online y a las apuestas deportivas por Internet no suelen superar los 28. Claro que lo más preocupante sigue siendo el asunto de los menores; la citada asociación ha asistido jóvenes de hasta 16 años de edad. En esos casos, una de las complicaciones principales radica en que los padres no tienen la claridad suficiente como para reconocer la situación con la rapidez necesaria.
Actualmente, los programas para llevar a cabo la cura de estas adicciones suelen durar aproximadamente un año y medio (no menos que eso), y las asociaciones que los dictan se manejan con suma autoridad y dureza, ya que consideran que es la única forma de quitar la adicción de raíz. Asimismo, exigen a las autoridades que los requisitos para apostar en línea sean más difíciles de cumplir para los menores, lo cual mínimamente disminuiría la comodidad y facilidad con la que hoy es posible jugar en Internet.